Hace poco compartía en un post de Instagram, algo así muy espontáneo sobre esos momentos en que las hormonas salen a pasear y hay conflicto madre-adolescente. Esa sensación de no saber si lo estás haciendo bien o mal, que todo pasa rápido, que las situaciones se desbocan, que hay que poner límites en un minuto…
Esas situaciones en las que yo quiero entender el punto en el que está, solo se tiene 17 años una vez, es adolescente y hay cosas que tiene que hacer. Me gusta mirarle, observarle, comprender sus motivos, su alegría, su tristeza, su frustración… pero si, confieso que a veces no puedo ser tan empática, a veces pierdo los papeles.
A veces las cosas pasan rápido y no da tiempo a esa reflexión serena. A veces los límites se tienen que marcar en dos segundos y a mi eso me abruma. A veces me siento superada.
Y luego llega la duda (cuando no la culpa), ¿lo habré hecho bien?, ¿me he pasado? ¿me he quedado corta? ¿esto ayuda, bloquea…? y un sinfín de preguntas.
Por eso he estado bajándolo todo un poquito a tierra y he llegado a alguna conclusión que me gustaría compartir:
*Lo hago lo mejor que puedo, lo mejor que se, y sobre todo con todo el amor del mundo. Claro, pero esto no quita que en el mejor que se y lo mejor que puedo incluya algo de lectura, de seguir cuentas de adolescencia que me inspiran, ver series que me den pistas. Siempre, claro, en la onda que a mi me gusta, cada uno encuentra su onda, yo tengo clara la mia.
*Mi autoexigencia a veces me impide ver que está bien, coño. Que si lo simplificamos, el simple hecho de estar, de hacerle saber que en casa tiene un faro y un refugio, es ya maravilloso.
*Que necesito descanso, cuidarme lo más posible, comer sano, hacer deporte, hacer cosas que me gustan, distraerme, estar tranquila… para poder afrontar las situaciones de estrés más preparada. Esto, marca una diferencia. No es lo mismo estar fuerte física y emocionalmente que estar agotada y con los nervios de punta… Así que hago todo lo que está en mi mano y con mis ups and downs para cuidar cuerpo y mente.
*Que como adulta, respetando siempre su adolescencia, debo ser la que cree estos momentos de calma, pedir perdón si hace falta, mantenerse firme si también se necesita, es decir, que estar presente y con foco.
*No mantenerme alejada, por miedo a lo desconocido, de su nueva forma de relacionarse, más rápida, más inmediata, con más drama (yo creo…jajaj). Y aquí pincho un poco porque me despista la nueva forma de comunicación, de quedar, de saber todo de todos, de no tener descanso, de poder estar conectado a todas horas del día. De la información rápida.
*Quererle más que nunca, siempre más y de la manera más incondicional que yo sepa. Porque las dos partes quieren sentirse queridas, la suya y la mía. Y aunque a veces nos estamparíamos, mantener ese amor incondicional nos va bien.
Pues a estas conclusiones he llegado, así analizando un poquito ,pero me encantaría saber qué haces para afrontar esos momentos de tensión, esa pérdida de papeles, esas hormonas al aire. Soy toda oídos y me encantaría conocer otras historias.
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