Como os había contado aquí, este verano pasamos 3 semanas en México. Fueron unos días maravillosos como siempre que viajo con Nico. Es nuestro momento conexión.
Había estado en México hace 25 años y un lugar que entonces me había fascinado fue Oaxaca, así que en esta ocasión quise repetir. Y las casualidades, o no, de la vida hicieron que nuestra estancia coincidiera con una de sus fiestas más preciosas. La Guelaguetza.
La fiesta de la Guelaguetza, palabra que viene del vocablo zapoteca “Guendalezaa” que significa “ofrenda, presente”, también se la conoce como “Fiesta de los lunes del cerro” y que originalmente tenía que ver con que los miembros de la comunidad se unieran y compartieran. Es una fiesta que en Oaxaca celebran a lo grande y que además, como todo en México, es colorido y alegre.
Durante 2 lunes del mes de julio, las delegaciones representan siete regiones tradicionales: Los Valles Centrales, La Sierra Juárez, La Cañada, Tuxtepec, La Mixteca, La Costa y el Istmo de Tehuantepec, que desfilan mostrando sus mejores galas y bailes. Es una maravilla, porque además si de algo puede presumir Oaxaca es de su tradición en bailes, trajes regionales y costumbres.
L
El gran espectáculo está en el Auditorio de la ciudad de Oaxaca. Pero también en los pueblos y en los barrios celebran sus propias Guelaguetzas. No pudimos conseguir entradas, que se agotan a los 5 minutos de ponerse a la venta, pero pudimos disfrutar igualmente.
El día antes del espectáculo en el Auditorio hay un pasacalles. Todas estas delegaciones que van a actuar allí desfilan por las calles y es una pasada. Allá nos fuimos a coger sitio a las 3 de la tarde y pasaban a las 8. Pero queríamos un buen lugar y verlo todo en primera fila. Como así fue. Os dejo fotos que hablan por si solas de la belleza, la alegría y el buen rollo. (Aunque estaba anocheciendo y no tienen buena calidad).
Para rematar esta experiencia coincidió que teníamos sentados al lado una familia encantadora de la zona del Istmo. Enseguida ya éramos parte de su pandilla. Nos daban, compartíamos lo que teníamos y hacíamos gala de la bonita tradición de la Guelaguetza. Con esta familia, mujeres en su mayoría, a día de hoy sigo teniendo contacto y son un amor.
Así que cuando acabó el desfile me dicen: ¿y si te vistes con nuestro traje tradicional?. Y al día siguiente estaba en su casa donde me dejaron el traje, las joyas y me peinaron. No os puedo explicar con palabras lo bien que me sentí, no solo por esa oportunidad única sino por esa sensación tan bonita que tuve en aquella casa. Estoy muy muy agradecida.
Y otra cosa que también pudimos hacer gracias a un chico encantador que conocimos en un mercado y que nos contó que su grupo de danza actuaba en el Museo de la Infancia al día siguiente. Y allá que nos fuimos. Bailaron todos los bailes de la región, también con su traje típico y música en directo. Algo así como en petit comité que nos emocionó.
Si tenéis pensado viajar a México y os coinciden las fechas es un buen momento para ir.
¡Cómo me gusta hacer estos post!. Para mi es como un diario de viaje, en el que recuerdo, y casi puedo sentir cómo fue.
No hay comentarios